En esta serie, me detengo ante elementos relegados, objetos que han perdido función o protagonismo, y los observo desde mi modo particular de ver: una mirada alterada por la miopía, donde el detalle se transforma en textura y el contorno se disuelve. Lo que aparece ante la cámara no es solo el objeto, sino su persistencia deformada en mi campo visual.

Trabajo desde la proximidad, buscando que la imagen revele la forma en que percibo estas superficies desgastadas. El registro fotográfico es también una forma de traducción: la lente compensa lo que el ojo ya no puede precisar, pero conserva las inestabilidades de mi visión.

No hay intención de catalogar ni de rescatar, sino de compartir un modo de percepción donde lo que fue utilitario se vuelve paisaje. Cada imagen es resultado de esa convivencia entre lo visto y lo percibido, entre la materia y el error óptico.